martes, 28 de enero de 2014

Sicus Terrers Mediterranis

 Una bodega sin barricas, un joven enólogo sin pedigrí, haciendo vinos sin D.O, estas muchas veces encorsetan a los que piensan que "otra forma es posible", haciendo vinos basados actualmente en el Xarel.lo y en la Monastrell, elaborando en Anforas.
Estos son argumentos para que una gran mayoria se desinterese por los vinos en cuestión y para que otros que ya quedamos sorprendidos por la calidad de sus vinos tengamos ganas de conocerlo.
Si además se encuentra menos de 30 minutos de Tarragona, no hay excusa!!! Hay que ir.
Primera sorpresa, Eduard (así se llama el autor) no es un talibán de los vinos naturales, hace lo que hace porque cree en ello y si piensa que poner la mínima cantidad de sulfuroso va ayudar en pro de la calidad pues genial!!! en eso coincidimos...
Me enseña la antigua bodega de su abuelo donde poco a poco esta habilitandola para elaborar ahi sus vinos... una bonita casa en Bonastre donde parece ser que no esta solo, será cuestión de seguir buscando.
Subimos a la primera planta y me hace catar los 6 vinos de la casa, un... digamos... clarete con muy buena acidez y frescor, los dos Sicus que ya conocía el blanco de Xarel.lo y el tinto de Monastrell, su magnifico dulce, (necesita 100 litros para elaborar 10...) y los dos nuevos vinos Sons.


Estos dos vinos los elabora también en Ánforas, pero enterrándolas en medio de la viña, al lado de las mismas uvas del vino que esta bajo tierra. Le pregunto que si esto es romanticismo o no,  él cree que esto mejora la calidad del vino, y me explica que hay una parte romántica, pero me habla de la transmisión tierra-ánfora y de los sonidos de la viña (de ahí el nombre) en fin... como yo soy un tío práctico la cata será la que decida.
El Sons blanco adolece a mi entender de un punto de oxidación pero es muy muy interesante, tiene cuerpo y unos aromas curiosos, diferentes, muy atractivo, un punto de amargor que te hace salivar y querer volver a él.
El Sons tinto tiene un color espectacular, y en boca no es el tocho de vino que yo me esperaba, muy fino, me recuerda un poco a un Olivares, cierto dulzor, buenísima acidez y buena tensión en boca (como dirían los franceses).
El único problema claro, el precio, aunque visto todo el trabajo que debe suponer hacer vino en esas condiciones creo que se justifica, de todos modos solo se hicieron 300 botellas, por lo que, quien las queramos, pues que las paguemos...



Nunca me había ocurrido ir a catar vinos a una viña sin las botellas, y como único utensilio aparte de las copas una pipeta, fue muy curioso, y me pareció "la foto" de la visita.


En un futuro cercano saldrá a la venta su primer espumoso (no será cava por temas de DO, claro) con 4 años de crianza, no lo probé pero estaré atento..


Aquí veis el ingenioso sistema, la ánfora enterrada en la tierra, un papel film, un plato con sulfuroso para evitar oxidaciones innecesarias y una silicona que lo sella, todo un una tapa metálica cerrada con cuatro tornillos, y claro está, un candado... Curioso, no?


En fin, una visita muy interesante, ahora tengo ganas de ir a ver a Salvador para ver a sus Cosmic que van por el mismo camino en muchas cosas...

Da gusto ver que hay gente joven que se cuestiona las cosas y que hace cosas diferentes y con sentido común, estas bodegas son las que mas me gustan y me reconcilian con este mundo del vino a veces plagado de posturismo, de marketing, de talibanismo y de discursos copiados unos de otros. Bravo por Eduard y sus Sicus.

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