jueves, 9 de febrero de 2012

Historias verídicas o no... en un restaurante. 2 Las fresas de Montse.



El sábado habíamos tenido una boda de 180 personas, y el domingo 2 comuniones, era lunes y había que arrancar el menú semanal, cada día venían unas 30 personas a comer y no había tiempo para muchas historias. Ahí estaban Ana y Encarna en la zona de fuegos y Montse, preparando los entrantes y los postres.

El menú de esa semana se componía como el de cada semana de 5 entrantes, 5 segundos y 5 postres, Ana se encargaba de pensar el salado y Montse en dulce.

Escalibada con langostinos, Timbal de tomate, queso de cabra, berenjena y anchoas, Tagliatelle al pesto, Ensalada de alcachofas y una crema de calabaza con huevo y parmesanos eran los entrantes.

Como segundos, esa semana teníamos Arroz con costilla, Bacalao en salsa verde, Costilla de cerdo agridulce, Brocheta de pollo y verduras y Escalopines de entrecotte con unas sobras del banquete del domingo.

De postre, Fresas a la pimienta con helado de vainilla, Chocolate con naranja, Fruta natural con yogurt, Helado de ron y Granizado de Piña con chocolate blanco.

Finalmente llegamos a tiempo a las 13h30 con todos los platos más o menos listos, preparados para el servicio. Fue un lunes movidito, de culo como de costumbre, nos pillo “la puré”, entraron todos de golpe y sudamos la gota gorda. Yo iba subiendo los vales según venían, y aprovechando para ir bajando los platos.

Montse se había complicado la vida con las malditas fresas a la pimienta, ya que había que hacerlas al momento, en la sartén, poner mantequilla con azúcar, dejar que se caramelizara un poco, añadir las fresas y flambearlas. Al acabar el servicio decidió hacer una base, con las fresas y que simplemente las calentaría.

Las fresas fueron saliendo con normalidad, cada días salían unas cuantas raciones y todo nadie se había quejado, hasta que el jueves vino a comer Joan, un cliente habitual con el que habíamos cogido bastante confianza y que solía darnos su opinión sobre lo que comía.

Me dijo que las fresas que no le habían gustado, que eran demasiado “atrevidas”, ummm... contesté, ¿atrevidas?... me pidió la receta y cuando se la dí me dijo que no había encontrado las fresas nada dulce, mas al contrario… un tanto saladas, es más me dijo que las probara, subí a la cocina y le dije a Montse que hiciera unas para probarlas…

Al ponernos las fresas en la boca, ARRRRG… estaban asquerosas, nos miramos y nos dimos cuenta enseguida, Montse se había equivocado y había puesto sal en vez de azúcar.

Lo peor es que llevábamos 4 días sirviéndolas y nadie, nadie, se había quejado…

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